Como desarrollar resiliencia en tiempos difíciles
Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio tenemos el poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta se encuentra nuestro crecimiento y nuestra libertad.
-Viktor E. Frankl
A menudo mis clientes me preguntan sobre el porqué algunas personas tienden a manejar de mejor forma los conflictos y dificultades de vida o incluso traumas pasados y a que se refieren los psicólogos y terapeutas cuando hablan sobre personas resilientes. En estos tiempos de pandemia y crisis personales, familiares o financieras estas preguntas frecuentes cobran aún más relevancia y el tema de la resiliencia y como la ayuda profesional de un psicólogo puede ofrecernos apoyo, emerge en nuestras conversaciones durante sesiones de terapia y durante las consultas que me hacen como psicólogo terapeuta con mayor frecuencia.
Todos pasamos por momentos difíciles y no siempre sabemos cómo levantarnos y continuar con nuestras faenas y responsabilidades con la frente en alto. Es entonces cuando la resiliencia puede ser de gran ayuda.
Desarrollar la resiliencia en la vida cotidiana te ayudará a tolerar mejor el estrés, a manejar tus emociones y a mantener relaciones sanas con los demás.
Cuando falta la resiliencia, nuestra capacidad para hacer frente a la adversidad o circunstancias difíciles se limita y podemos ser víctimas del estrés, la ansiedad, la depresión e incluso de baja autoestima. En este artículo, comentaré sobre el valor de la resiliencia, presentaré algunas formas de empezar a desarrollar la resiliencia hoy mismo y varias razones del por qué es relevante en estos tiempos. Abordaremos qué elementos específicos se relacionan y ayudan desarrollar la resiliencia y cómo podemos desarrollar nuestras habilidades de resiliencia día a día mediante pequeños cambios y consideraciones que pueden culminar en grandes cambios y bienestar a largo plazo.
La autenticidad es la práctica diaria de librarnos de lo que creemos que deberíamos ser y abrazar en cambio lo que realmente somos.
Es importantísimo que nos conozcamos y nos comprendamos a nosotros mismos, pero para vivir una vida de todo corazón hay algo todavía más esencial: que nos amemos a nosotros mismos.
–Brené Brown
¿Qué es la resiliencia, que hace a una persona resiliente?
La resiliencia se ha definido como la capacidad de adaptarse y recuperarse de la adversidad, el trauma, la perdida de seres queridos u otros factores estresantes o dolorosos de la vida. Boris Cyrulnik define la resiliencia como la capacidad de iniciar un nuevo desarrollo y crecimiento después de una experiencia traumática. Aunque todos tenemos el potencial de ser resilientes, Brene Brown argumenta que la resiliencia está más disponible para las personas reflexivas y curiosas sobre su propia forma de pensar y comportarse. Las personas resilientes pueden recuperarse más rápido después de eventos negativos de la vida como el divorcio, la pérdida del trabajo o la muerte de un ser querido. Sin embargo, la resiliencia no implica que una persona no se vea afectada por un suceso traumático. Más bien, la resiliencia puede ayudar a una persona a sobrellevar el duelo y el sufrimiento emocional de una manera más tolerable y saludable, reduciendo potencialmente el impacto del dolor y la tristeza que sobrellevamos en momentos difíciles.
La resiliencia se evalúa considerando varios factores llamados factores de protección; entre ellos el dominio de si mismo, la honestidad, el optimismo y la autoestima o confianza en si mismo y la adaptabilidad emocional. Las personas con altos niveles de estos rasgos cuentan con más probabilidades de recuperarse rápidamente después de un evento difícil o crisis y muestran mayor capacidad de afrontar la adversidad y el estrés. En ocasiones puedes encontrarte en una situación difícil y sentirte enfadado, frustrado o triste. Es posible que sientas que no puedes hacer frente a la situación y que te sientas abrumado. Sin embargo, tienes la capacidad de lidiar con la situación y hacer frente a las emociones negativas valiéndote de estos factores que pueden ser desarrollados y fortalecidos.
Repasemos con más detalle algunos de estos elementos, los cuales podemos aprender e implementar en nuestras vidas:
-Honestidad autoreflexiva: Este es un proceso de reflexión y las ideas que obstaculizan nuestro crecimiento, siendo honestos con nosotros mismos sobre las historias o racionalizaciones que hemos inventado sobre nuestros propios desafíos para no tener que enfrentarlos, y luego revisar, confrontar y verificar activamente esas historias.
- Adaptabilidad: La adaptabilidad es una habilidad que se puede aprender. Tenemos el poder de cambiar a un nivel profundo cambiando las narrativas que nos han estado guiando. Puedes mejorar tu capacidad para adaptarte a los cambios de tu entorno, aunque sean difíciles. No es innato, y no viene naturalmente a todos. La capacidad de adaptarse a los cambios en su entorno, incluso si son difíciles, puede ayudarte a alcazar tus metas de estado físico y salud mental. Es importante señalar que las habilidades de adaptabilidad y resiliencia no son lo mismo. La resiliencia consiste en recuperarse de la adversidad cuando ya ha ocurrido; mientras que la adaptabilidad se trata de ser capaz de manejar el cambio cuando suceda en el futuro.
- Confianza en uno mismo: ¿Alguna vez has sentido que no eras lo suficientemente bueno? Es entonces cuando entra en juego la confianza en uno mismo. La autoconfianza te ayuda a creer en ti mismo y en lo que puedes hacer, independientemente de las circunstancias.
- Estabilidad emocional: Las emociones forman parte de la vida y es importante que podamos manejarlas de forma saludable. Todos tenemos experiencias con emociones fuertes, pero no siempre sabemos cómo gestionarlas. Frotalecer nuestra estabilidad emocional nos ayudará a gestionar mejor nuestros sentimientos, a entenderlos y a procesarlos sin dejar que se apoderen de nosotros
Resiliencia y factores de riesgo
La resiliencia no solo depende de la persona y sus cualidades, sino que es el resultado de un delicado equilibrio entre los factores o variables protectoras anteriormente comentadas y los factores de riesgo. Los factores de riesgo son cualquier característica de una persona o comunidad que se vinculan con una alta probabilidad de dañar la salud o bienestar.
Resiliencia, emociones y lenguaje
La lengua no es sólo algo que utilizamos para comunicarnos entre nosotros. También es la via que utilizamos para entendernos a nosotros mismos. Utilizamos palabras para describir nuestros sentimientos y emociones, y estas palabras pueden cambiar lo que sentimos sobre nosotros mismos, y puede ser influido dependiendo de cómo nos llamen los demás. Tomemos la palabra "valiente", por ejemplo. Cuando alguien dice que eres valiente, significa que admira tu fuerza en situaciones difíciles o peligrosas. Lo dirían por ejemplo porque demuestras valor al enfrentarte a algo que te da miedo o te intimida. Si alguien dijera que eres "emocional", podría sonar como si pensara que exageras o reaccionas de forma exagerada ante las cosas, incluso podría acusarte de ser dramático. Lo mismo puede ocurrir con palabras como "loco" y "perezoso". Entonces, ¿qué tiene que ver todo esto con la resiliencia? La forma en que hablamos de nosotros mismos y como interpretamos lo que los demás dicen de nosotros puede tener un gran impacto en cómo nos vemos como personas.
La inteligencia emocional y la resiliencia
La inteligencia emocional es el conjunto de habilidades que nos permiten manejar nuestras emociones, pensamientos y sentimientos. Estas habilidades nos ayudan a tomar decisiones conscientemente, afrontar situaciones críticas sin angustia y establecer relaciones positivas con otros seres humanos.
Hay cinco tipos diferentes de competencias emocionales:
1. Autoconciencia: ser consciente de tus propias emociones y cómo afectan tu comportamiento.
2. Regulación emocional: manejar las emociones de forma saludable.
3. Motivación y esfuerzo: esforzarte para lograr objetivos que son importantes para ti.
4. Conciencia social: comprender cómo se sienten y reaccionan los demás ante distintas situaciones y como nos afecta el entorno donde vivimos.
5. Gestión de relaciones: manejar las relaciones de manera efectiva tanto dentro como fuera de los entornos laborales.
En un mundo donde el estrés es una parte común de nuestra vida cotidiana, es importante tener conciencia de cómo nos afecta la inteligencia emocional. Las personas con alta inteligencia emocional son más capaces de hacer frente a las dificultades porque saben cómo gestionar sus emociones de manera eficiente. También pueden estar más dispuestos a aprender cosas nuevas y a cambiar sus ideas cuando éstas no les funcionan bien. Por último, poseen mayor resiliencia frente a la frustración, lo que les permite lidiar mejor con situaciones conflictivas.
Estas dos habilidades en conjunto pueden ayudar a las personas a superar la ansiedad, el miedo y la incertidumbre. Ser capaz de identificar emociones es el primer paso para desarrollar estas habilidades.
Mantener una actitud de tolerancia y flexibilidad
Mantener una actitud de tolerancia y flexibilidad es una estrategia importante para cuidar nuestra salud emocional. La flexibilidad nos permite cambiar nuestro estilo de vida en función de las circunstancias, a la vez que aprendemos a relajarnos y a superar situaciones adversas. La tolerancia nos ayuda a ser conscientes de nuestros sentimientos, sin identificarnos emocionalmente con ellos y es la clave para poder lidiar con cualquier situación estresante. La flexibilidad nos permite además estar atentos a las necesidades de los demás sin perder el control, lo cual nos ayuda a tener éxito en nuestras relaciones.
Reconocer y aceptar dónde estás
Reconocer y aceptar dónde estás es la clave para lograr resiliencia. La resiliencia nos permite lidiar con los problemas, soportar las frustraciones, superar las pruebas, avanzar en nuestra carrera profesional y vivir mejor cada día.
Para alcanzar la resiliencia, es importante identificar las causas de nuestros problemas y reconocer que estamos dispuestos a trabajar por solucionarlos. Debemos establecer metas claras y diseñar un plan detallado para alcanzarlas. Necesitamos perseverancia e ilusión para luchar por nuestro objetivo. Y finalmente, necesitamos compartir nuestras experiencias con otros para fortalecernos mutuamente.
Acepta el cambio como parte de la vida
Vivimos en un mundo lleno de incertidumbre. Hay tantos desafíos que enfrentamos ahora, desde la economía hasta el medio ambiente. La realidad es que ninguno de nosotros tiene control, sobre todo. Es fácil quedarse estancado en el pasado y pensar que podrías haber hecho algo diferente. Pero, este no es siempre el caso. Es importante aceptar que la vida está llena de cambios y que es importante saber sobrellevarlos. No podemos controlar el cambio, pero siempre podemos aprender a lidiar con él.
Todos hemos experimentado el cambio en algún momento de nuestras vidas. El cambio que experimentamos es lo que nos hace crecer como personas. Cuando nos enfrentamos al cambio, tendemos a resistirnos a él. Queremos aferrarnos a la antigua forma de hacer las cosas y quedarnos con lo que nos resulta cómodo. Pero la verdad es que el cambio que experimentamos en la vida es necesario. No es que necesitemos cambiar, es que necesitamos crecer.
Establece metas realistas
Usualmente serás más productivo si te propones pequeñas tareas realistas que te acerquen a las metas de crecimiento personal que te propongas. Si intentas hacer demasiado, probablemente acabarás abrumado.
Algunos consejos para establecer metas realistas incluyen:
Asegúrate de que tus metas sean relevantes para tus intereses y estilo de vida.
Elije metas que te desafíen pero que sean factibles.
Fíjate una fecha límite para saber cuándo debe alcanzar su meta.
Celebra cada pequeña victoria en el camino como prueba de que estás progresando.
Mantén una actitud optimista
Ante la adversidad No permitas que el miedo a lo desconocido te impida alcanzar tus objetivos. - Eleanor Roosevelt.
Habrá momentos en la vida de todos cuando sientan que han perdido el control. Yo mismo he estado allí, y también muchos otros. Lo importante es reconocer ese sentimiento y saber que no eres el único que lo ha experimentado. Para desarrollar la resiliencia, debemos ser honestos con nosotros mismos acerca de cómo nos sentimos y no tratar de esconderlo o fingir que todo está bien. No podemos controlar todo en nuestra vida, pero podemos controlar lo que hacemos al respecto. Cuando no sentimos que tenemos el control, es fácil desanimarse y enfadarse o volverse ansioso y temeroso.
En conclusión, hemos visto que la resiliencia no es un rasgo inalterable del individuo. Es un proceso autorreflexivo y dinámico, que nos ayuda a gestionar y recuperarse del estrés y los retos que surgen en transcurso de nuestras vidas. Hemos comentado que la resiliencia está influida por varios factores, entre ellos el dominio de si mismo, la adaptabilidad emocional, la honestidad autorreflexiva, el optimismo y la autoestima o confianza en si mismo. Hemos visto también que trata de cómo vamos a gestionar nuestro mundo interno, cómo vamos a manejar nuestros propios pensamientos y emociones. Todos podemos aprender a ser resilientes y así manejar con mayor fortaleza el estrés y los traumas y de tener el valor de afrontar nuestras emociones y nuestros miedos. Se trata de desarrollar las habilidades para adaptarse a nuevas circunstancias y seguir adelante, pase lo que pase. También se trata de ser honestos con nosotros mismos y estar dispuestos a enfrentar el cambio.
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